Hace unos días estuve en Alicante visitando a una de las personas que convertí en personaje de mi primera novela EL FANTASMA DE LA BIBLIOTECA DE ELCHE. Éste aparece en uno de los últimos capítulos y su nombre es Farhang; y además aparece como miembro de la Comunidad Bahá’i, tal y como lo conocí entonces, situándose la acción de la novela en su tienda de alfombras en la ciudad de Alicante. Hacía cerca de 35 años que no nos habíamos visto y sin embargo nuestro encuentro fue cordial. Para los que habéis tenido oportunidad de leer dicha novela, comentaré que las circunstancias del mismo (encuentro) fueron realmente parecidas a las que desarrollo en el capítulo del libro, como si la ficción hubiera copiado una realidad que todavía no había sucedido. Quizá me extienda más en un artículo sobre dicho asunto. En un momento determinado intercambiamos libros, me compró una novela y por cortesía le regalé otra, quizá por un libro que me prestó entonces y que había tardado en devolver esos dichosos 35 años. Sin embargo después de una agradable capuchino y de un té, y cuando ya me disponía a irme, bajó una de las personas que trabajaban allí y me regaló un libro titulado EDUCADORES DE LA HUMANIDAD.
Debido a la falta de tiempo y al mucho escribir no había tenido tiempo de leerlo. Pero por fin lo he terminado. Fue publicado en 2009 por José Luis Marqués Utrillas, quien fuera licenciado en Teología Católica por la Universidad Pontificia de Comillas (1969) y en Filosofía por la Complutense (1972). Desde un principio el libro y su lectura me cautivaron, sobre todo porque, además se hizo miembro de la Federación Española de Derechos Humanos y fue socio fundador de la Asociación para el Diálogo Interreligioso de la Comunidad de Madrid. El libro es de la Editorial Bahá’i de España. Y es una excelente aportación al conocimiento de lo que compartimos en cuanto a lo religioso, quizá más de lo que parece separarnos.
Con los miembros de la comunidad Bahá’i me unen lazos afectivos unidireccionales, ellos, básicamente casi no me conocen, a pesar de que en su momento traté, sobre todo en España de ayudar a que no fueran tenidos, por lo que entonces (años 80) estaba de moda, una secta destructiva, algo que por desgracia en algunos círculos parece seguir existiendo. Pero como este no es un artículo sobre mi, o sobre el tema de las sectas, me agrada confesar que el libro de Marqués me ha aportado un poco de fe en los colectivos interreligiosos que fomentan una relación ecuménica.
Tal y como dice Juan José Tamayo, Teólogo del diálogo interreligioso, en el prólogo del libro …Alguien puede preguntarse: ¿diálogo, para qué? ¿No es mejor que cada religión se quede en su casita y no moleste a las demás conforme al dicho popular «cada uno en su casa y Dios en las de todos»? Precisamente porque «Dios está en la casa de todos» es por lo que hay que superar el aislacionismo entre las religiones y potenciar la comunicación entre ellas, por lo que hay que huir del dogmatismo, el purismo y el exclusivismo… Y para apuntillar ese diálogo permanente subraya Tamayo …Ninguna religión es original. Es el resultado de cruces de mestizajes múltiples que configuran su identidad.
Pues ese es precisamente el espíritu del libro que va conformando una cronología desde Krishna y el hinduismo, Buda y el budismo, Zoroastro y el zoroastrismo, Moisés y el judaísmo, Cristo y el cristianismo, Muhammad y el islam, hasta Bahá’u’lla´h y la Fe bahá’i. Si uno sigue la lectura de esta manera verá la interrelación de estructuras espirituales afines a las diferentes doctrinas, además de los datos que aporta en varios cuadros estadísticos, tan necesarios, sobre la penetración social de cada movimiento en el mundo.
Lo dicho, me agradó la lectura del libro, pero más la relación, aunque sea unilateral, con una comunidad a la que tomé gran afecto hace cerca de 35 años.